jueves, 28 de mayo de 2009

Comunicado leído hoy en protesta ante la Embajada de Colombia en México






De nuestra comunidad se lo llevaron, en nuestra comunidad lo queremos

Por el mundo se dejan sentir las tentativas autoritarias de un puñado de gobernantes que creen que ocupar un puesto público es lo mismo que decidir arbitraria e ilegalmente sobre la existencia de las personas que representan. Pequeños y grises satisfacen sus deseos de poder y grandeza a través del manejo abusivo e ilegal de las instituciones estatales, que dejan de servir a los ciudadanos para compensar las demandas unipersonales de redentores artificiales, como: Álvaro Uribe Vélez y Felipe Calderón Hinojosa. Los actos que violentan los derechos humanos y las garantías jurídicas de los ciudadanos, como en el caso que hoy nos convoca, el de Miguel Ángel Beltrán Villegas, sólo sirven a aquellos que no cuentan con otros medios más que las armas y la fuerza represiva del estado para legitimarse; aquellos que ven como principal enemigo al pensamiento libre y crítico que los cuestiona, los confronta, los devela en su mezquindad.
Hoy, las paredes la Universidad Nacional Autónoma de México, sus pasillos, su memoria, están marcados por un acto de injusticia y nos recuerdan todo los días una vertiginosa ausencia, la de un miembro de nuestra comunidad que no está entre nosotros porque permanece detenido ilegalmente en una cárcel de Colombia. Sus crímenes: reflexionar, creer que el mundo puede ser otro y que una vía para lograrlo es el pensamiento crítico. El vacío que dejó Miguel Ángel Beltrán Villegas desde el viernes 22 de mayo, nos remite inevitablemente a uno de los periodos más oscuros de la historia latinoamericana reciente, en la que miles de intelectuales fueron perseguidos, detenidos, muertos o desaparecidos por cuestionar el mundo injusto en el que vivían. Hoy, una vez más, el pensamiento libre y crítico es objeto de persecuciones políticas, de montajes ilegales para acusar sin fundamentos, para generar estigmatización social, para desacreditar una actividad que es fundamental para la construcción de una sociedad igualitaria y realmente libre.
Los fines de estos beodos del poder no tienen límites, hasta el cinismo les queda corto, su obscenidad desgarbada no vacila en poner en riesgo al Estado mismo con tal de lograr sus fantasías y construirse un mundo de ensueño en el que ellos son los nuevos reyes taumaturgos, léase: Uribe y Calderón. Ahora, el gobierno mexicano debe dar la cara por su proceder rastrero y explicar por qué violó todas las leyes que le asistían a nuestro compañero Miguel Ángel Beltrán Villegas; ahora, el gobierno colombiano debe explicar, entre muchas cosas, por qué su actividad policiaca se basa en un estado de excepción en el que el presunto inculpado no tiene el menor derecho a saber por qué se le investiga.
Ante la persecución del pensamiento crítico y la erosión de la totalidad de las relaciones sociales, nosotros, como comunidad académica no daremos la espalda y combatiremos, una vez más, con nuestras armas que son los libros, la crítica y las ideas, a aquellos que en sus obsesiones se empeñan en destruir a la investigación científica y humanista, una de las verdaderas vías para la resolución de los problemas sociales que nos aquejan.
Parte de esa lucha está en la restitución de los compañeros que nos han sido arrebatados violentamente como medida profiláctica. La ausencia de Miguel Ángel Beltrán Villegas en la comunidad del posgrado de estudios latinoamericanos de la UNAM, sólo será suturada cuando nuestro compañero regrese junto a nosotros, cuando pueda volver a recorrer los pasillos de la universidad en la que realizaba lo que mejor sabe hacer: construir un pensamiento libre que ayude a explicar y transformar la realidad latinoamericana.
¡DE NUESTRA COMUNIDAD SE LO LLEVARON, EN NUESTRA COMUNIDAD LO QUEREMOS!

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