domingo, 21 de junio de 2009

¿REALIDAD O IMAGEN? NI UNA NI OTRA TIENEN DERECHO A ATENTAR CONTRA UN INOCENTE

Ahora, con la situación ocurrida a Miguel Ángel Beltrán Villegas, intelectual sindicado con el alias de “Jaime Cienfuegos”, y frente a un mosaico de medios de comunicación que registran el hecho como su gran noticia, siento que debo escribir lo que a continuación escribo.

En un mundo inundado por los medios de comunicación, absolutamente polifónico, con muchos estímulos audio-visuales bombardeando nuestras mentes, es lógico pensar que las personas tiendan a confundir realidad con imagen. Una imagen puede ser considerada como la realidad cuando en verdad no pasa de ser una interpretación que alguien hace de la realidad. De hecho nuestra realidad particular no es otra cosa que la imagen subjetiva que cada uno se hace de la vida. Hasta ahí no existe mayor inconveniente, cada uno utiliza el prisma que desee para ver el arcoíris o la tarde gris, según sea el caso. El lío aparece cuando se trata de homogeneizar la imagen a través de los medios de comunicación. Cuando la imagen de los comunicadores se impone imperativamente en el pensamiento de la gran masa. Y peor aun cuando se lleva a considerar que esa imagen es la verdad. Algunos sectores de la sociedad no cuestionan un ápice de lo que los medios de comunicación presentan. Hay quienes piensan que si aparece en televisión tiene total veracidad. Si la fotografía o el video lo muestran es porque así sucedió. Pero, así como la tecnología nos ha permitido comunicarnos al instante con el mundo entero, también ha provocado incomunicación en la medida que facilita la distorsión del mensaje, manipulando a favor de finalidades “non sanctas”.

Ya no es necesario ser un experto en informática o en paquetes de software sobre diseño gráfico para alterar una fotografía. Perfectamente se puede hacer aparecer a un sujeto en un lugar que nunca visitó o vestir con un atuendo que nunca portó o estar acompañado de alguien a quien nunca conoció. Es totalmente viable en la actualidad que la voz de una persona sea fragmentada y editada en frases cortas para armar una conversación que jamás se sostuvo. Tan es posible que un personaje de una película hable con un muerto de otra época, frente a frente, como que una persona del común esté de cuerpo presente en una rueda de prensa con el Primer Ministro Británico, aunque nunca en la realidad nunca haya salido de su pueblito natal.

Y, sin embargo, he desglosado una serie de posibilidades de imágenes audio-visuales, pero también es fundamental comentar las imágenes mentales que pueden inducir los medios en la cabeza inerme del espectador. La exposición de noticias se hace tal como una puesta en escena melodramática. No es gratuito que primero se hable de un acto de violencia guerrillero y a continuación se presente la noticia de la captura de un sindicado a quien aun no se le ha probado su culpabilidad. El espectador estará ya influenciado por la anterior información y con bronca pedirá su cabeza sin necesidad de un juicio.

¿Qué descubriríamos si nos diésemos a la tarea de cronometrar el tiempo de pantalla en un noticiero de un representante del gobierno que sea accionista de la empresa dueña del noticiero versus la exposición de alguien que sea de la oposición? Y si nos ocupamos del tipo de lenguaje que utilizan los periodistas para referirse a sus temas estaríamos ante una exhibición de discriminación de género, ante una visión clasista, ante una violación de la presunta inocencia, etc., etc .

La invitación aquí es a tomar distancia de posiciones parcializadas que condenen inocentes, que estigmaticen seres, organizaciones, colectivos, regiones y hasta países. “Si me clasificas me niegas” dijo Soren Kierkegaard. Esas asociaciones mentales en las cuales se da por cierta una afirmación unilateral, en las cuales se meten en una misma bolsa a quienes tengan formas de pensamiento diferente, están generando la más acérrima violencia en Colombia. Desde el mismo vecino que le quita el saludo a un padre cuyo hijo apenas es sindicado hasta aquellos grupos armados que sin mediar pregunta van ajusticiando inocentes, son formas de creerse todas las imágenes que nos manipulan y actuar inmersos en un bazar de idiotas que se pudren en una ciénaga de sangre, al estilo más burdo de hordas primitivas carentes de razonamiento y en total degradación, condenadas a la autodestrucción, con la única alternativa propia del escorpión: inocularse su propio veneno para fenecer.

JOHN HENRY VÁSQUEZ CALDERÓN

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